No hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado a no ser para salir del infierno. Estas palabras de Antonin Artaud, excepcional artista enfermo de esquizofrenia, sirven ahora para presentar las imágenes más impactantes del nuevo mártir del panorama artístico internacional. Heridas, amputaciones, flagelaciones y llagas en su piel (todas ellas reales y no simples performances fingidas) dan cuenta de la relación especial que la locura puede mantener con la creación fotográfica en el caso de David Nebreda (Madrid, 1952), que confiesa que su vida es muchísimo peor a lo que muestran sus ya de por sí desgarradoras imágenes. Enfermo de esquizofrenia paranoide desde que tenia 19 años, no toma medicación y su única terapia la constituyen sus propias fotografías. Una de sus imágenes (probablemente escrita con fluidos corporales) contiene el siguiente texto a veces entrecortado con palabras en sucesión sin formar frases completas: he conocido al enemigo de dentro y de fuera. Tengo miedo de seguir utilizando mi sangre, las quemaduras, los azotes, el agotamiento, los clavos. Sólo conservar de mi patrimonio el silencio (…), movimiento, excremento, ritos…
Encerrado en su casa durante veinte años, sin mantener relación con ninguna otra persona y sufriendo ayunos severos que le han mantenido en un estado de máxima delgadez, ha torturado su cuerpo al mismo ritmo que la esquizofrenia ha martirizado su mente. Ha vivido aislado del mundo en un piso de Madrid que nadie sabe donde está. Sin conceder entrevistas, ni ver la televisión ni leer ningún periódico. Sólo algún privilegiado ha conseguido al parecer arrancarle algunas palabras al propósito de sus obras. Vive bajo la tiranía de la tortura y del dolor que él mismo se ha impuesto para enfrentarse a los fantasmas de su mente. La cámara fotográfica ha sido fiel testigo de las autotortura que ha llevado a cabo sobre su propio cuerpo de forma tan salvaje como ritual
De su primera colección de autorretratos en blanco y negro hasta sus dibujos pasando por los escritos que ha realizado, todo ello constituye un intento por expresar su mundo esquizofrénico quizás también indescifrable para nosotros. Este es un reto que como auténtico artista lanza a todos los espectadores. También puede comprobarse una evolución clara en sus fotografías desde la presentación más soterrada con unas imágenes en blanco y negro que medio muestran el tormento a la referencia ya más clara del horror en sus obras a color. Pero, en todo caso, a los observadores se nos ofrecen continuos enigmas desde sus extensos textos y torturas.
Sus fotografías son muy buenas, pero pienso que tanto es el amor de este autor así la fotografía que al hacer todo lo que hizo con su cuerpo, solo para experimentar y hacer buenas fotos, no es muy de mi agrado, se reconocerlo, pero por mi parte es algo que no me gustaría hacer, es por eso que se lo reconozco y siento que es demasiado grande su pasión que su propia vida. Sus fotos ni se diga están demasiado buenas, algo que yo jamás haría y es como que al momento de que mi ojo ve lo elemental, el acto, mi ojo disfruta y mi mente se hecha a volar.
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